Entre la emoción y el cálculo
por Escenarios alternativos
Desde el 20 de junio, en ocasión del acto por la celebración del Día de la Bandera arrancó, en grande, la campaña del oficialismo. La presidente fustigó a sus adversarios, destrató a los anfitriones locales, despreció el federalismo, copó la parada con militantes e hizo el panegírico de la épica kirchnerista, era que comienza en el año 2003 y amenaza con prolongarse hasta “consolidar el proyecto nacional”, según el discurso único que se ha instalado desde los medios oficiales y adictos. Se esperaba que esa celebración pariera el anuncio definitorio sobre su postulación a la reelección. En vez de eso, estampó un discurso de campaña que tuvo como principal destinatario a los jóvenes. Lejos de considerarlos como los receptáculos de un trasvasamiento generacional –metáfora setentista- y con la intención de cocinarlos en el caldo de la lealtad, los jóvenes interesan porque hoy conforman el 25% del electorado y son permeables al discurso que considera al mundo dividido entre héroes y villanos.
La ausencia del anuncio impostergable desató análisis y rumores sobre la demora: peleas palaciegas, quebranto de salud, etc. Sin que esto último se comprobara o negara la presidente volvió a utilizar la cadena nacional de medios, al día siguiente, para lanzarse al ruedo electoral en un lenguaje críptico, lleno de parábolas en las que incluyó referencias a Néstor Kirchner, mencionado como “Él”, cual cita bíblica, so pretexto de llamar a licitación por 220 frecuencias de televisión. En un marco sobrio, el mismo que sirviera de capilla ardiente cuando la muerte de su esposo, reunió a toda la tropa posible –menos Hugo Moyano y Hebe de Bonafini- para insinuar en forma contundente que irá por un segundo mandato. Sin embargo, no fue clara, ni siquiera esbozó quien podría acompañarla como vice, lugar clave para los reacomodamientos internos del PJ. Poco duró el suspenso porque al día siguiente, en un acto en la residencia de Olivos, con transmisión oficial, la presidente como única oradora –agradeció a la prensa que sólo se limita a tomar nota- y en su escenografía preferida ungió a Amado Boudou como su compañero de fórmula. Sólo imágenes de la transmisión oficial, los tumultos de La Cámpora y reportajes a personajes menores ofreció la televisión.
La culminación del inicio de la campaña se hizo al mejor estilo de la realeza kirchnerista. Antes, el armado de las listas marcó un impresionante desprecio por el PJ, el federalismo y las tradiciones políticas que indican que el vice debe ser un referente de las provincias en tanto preside el Senado. El elegido no sólo ignora las habilidades requeridas para manejar el Poder Legislativo, sino que jamás se ha presentado a un cargo electivo. El armado de las listas ofrece la invasión de jóvenes de La Cámpora, sin arraigo territorial y con fuerte resistencia del aparato del PJ. Muy atento a esta situación Adolfo Rodríguez Saa, anunció su candidatura a gobernador por Buenos Aires, confiado en que su partido/ambulancia recoja a los heridos más importantes de la trituradora kirchnerista.
La lógica oficial seguida hasta el 23 de junio indicaba
indica que el vice debía ser joven y la historia enseñaba que debía de ser un gobernador, por lo que Jorge Capitanich tenía las mayores probabilidades de ser “el elegido”.
El misterio generado en torno a la unción del vice es un síntoma de lo lejos que parece haber quedado el espíritu de la reforma política impulsada por este gobierno, y el “armado” tradicional de las listas, las colectoras y, sobre todo, la discrecionalidad de la presidente salen a la luz en este último tramo previo a las elecciones. Lo novedoso es que la presidente define los candidatos ante cada “pedido” en total soledad, con la asistencia de una “mesita de luz” compuesta por el ministro del Interior Florencio Randazzo; el secretario de medios, Juan Manuel Abal Medina y el infaltable Carlos Zanini. La propia interna abierta obligatoria y simultánea ha quedado devaluada a dirimir lugares subalternos en algunos distritos, poniendo en entredicho su propia razón de ser.
En tanto, cuatro grandes desafíos franquean el promocionado camino victorioso del kirchnerismo: las elecciones de las provincias de Córdoba, Santa Fe y la Ciudad de Buenos Aires. En la primera, el armado con José de la Sota no fue posible y el FPV decidió abandonar la provincia a su suerte. En Santa Fe, la solidez de la alianza de la UCR y el socialismo no dejará resquicio para Agustín Rossi –a quien la Casa Rosada le armó las listas y eliminó al candidato de Hugo Moyano- y en la capital del país, Mauricio Macri parece que tendrá poca fuerza opositora con un candidato como Daniel Filmus que, además de no ser portador de un discurso atractivo, debe cargar con los coletazos del escándalo del INADI en el que está implicada la candidata del FPV María Rachid y con los efectos adversos del caso Schoklender que afecta a todo el oficialismo.
A esta altura, los candidatos de su lista encabezada por Juan Cabandié parecería que tendrán menos votos que las dos colectoras que les son tributarias: la de Aníbal Ibarra y de Gabriela Cerruti. Según algunas encuestas el triunfo de Macri está asegurado.
En estos tres casos el gobierno caería derrotado y los vencedores serían los candidatos oficialistas de cada distrito, cumpliéndose lo que desde este medio hemos señalado como una tendencia de la política de la región: ante la bonanza económica se comprueba la continuidad de los oficialismos, sean del signo que sean.
El cuarto escollo es reciente: La elección de un porteño como vice, la imposición de Mariotto como vice de Scioli –si no existe el federalismo, por lo menos que se disimule u poco– deja abierta la posibilidad de reacomodamientos dentro del PJ para asestar un contragolpe a un FPV que los ha ninguneado, despreciado y relegado. La “mesa de luz” del oficialismo debería anotar que la genuflexión de Daniel Scioli no es traslativa a los barones de conurbano que ya estaban emigrando antes de este anuncio que los coloca en condiciones de anotarse en un “Plan de Inclusión Política”.
Las más que probables derrotas del kirchnerismo en los distritos señalados, junto con el resultado de la interna abierta del 14 de agosto darán una medida justa, no influida por el aparato mediático oficial, del verdadero caudal de votos de Cristina Fernández, a quien podríamos parafrasear en su discurso de lanzamiento, repitiendo: “Nadie tiene la vida comprada, nadie sabe lo que va a pasar”.
Un caso testigo [el escandalo de la Fundación de las Madres de Mayo)
El escándalo en el que está envuelta la Fundación de la Madres de Plaza de Mayo, línea Hebe de Bonafini, es la muestra de una situación irregular generalizada por el gobierno nacional. Baste recordar que a fines de 2009 fue la última discusión sobre el Presupuesto Nacional en el Congreso, que subestimando la recaudación y negando la inflación real dejó en manos del Poder Ejecutivo miles de millones de pesos para uso discrecional del Jefe de Gabinete.
Esta situación irregular favorece la asignación, entre otros, a la fundación que gerenciaba Sergio Schoklender en tanto constructora de viviendas sociales: la segunda del país en cuanto al volumen de dinero volcado a través de empresas de terceros y trabajadores propios. El problema del control del Estado sobre el uso de los fondos ex post es importante, pero más lo es la circunstancia que ha creado el kirchnerismo para dirigir recursos del Estado sin control previo alguno. Los subsidios, obras públicas, empresas del Estado y otros son parte de un festival que en algún momento saldrá a la luz.
En cuanto al caso en sí, no deja de llamar la atención que la causa sorteada entre doce jueces federales haya caído en manos de Norberto Oyarbide, en cuyas manos se concentran todos los litigios que le son sensibles al gobierno nacional. Por otra parte, el rápido despegue de Bonafini y la condena de los Shoklender intentan evitar el daño político que el caso inflija al oficialismo, porque pasaría de la utilización de la política de derechos humanos con fines políticos, a utilizarla con fines recaudatorios. De hecho el candidato a intendente Ricardo Bruzzese, principal encargado del programa Carne para Todos, bajó su candidatura a intendente de La Matanza que impulsaban Guillermo Moreno y Sergio Schoklender, luego de que saliera a la luz que imprimió sus afiches de campaña en la imprenta de las Madres de plaza de Mayo.
La estrategia defensiva del gobierno ante este y otros problemas se reduce a la acción mediática. Por caso, el descenso del nivel de actividad, el deterioro de la balanza comercial, la aceleración de la salida de capitales, la virulencia de la puja salarial que no cierra aún, el conflicto docente en Santa Cruz que afecta la producción de naftas, etc. Son asuntos sobre los que no hay avances. Hasta los Moyano se animan a decir que la inflación existe y la inseguridad es una realidad.
En vez de gestión existe una batería de “medidas oratorias” efectistas, tales como el rebrote del discurso antiimperialista ligado a Malvinas, el decreto de embanderamiento de las reparticiones públicas e instalar la idea de que sólo Cristina puede llevar adelante el país puesto que no hay alternativa. Es seguro que para el grueso de militantes y funcionarios que la acompañan y que no tienen representación política territorial, es la única alternativa. Después de los anuncios del sábado quedó en claro que todos se subieron a un barco de dudosa maniobrabilidad para navegar un mar invernal plagado de témpanos.
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