Nicolás Comini
El intento de golpe de Estado en Ecuador, como en su momento la crisis entre Colombia y Venezuela, reavivó el debate acerca del Consejo de Defensa Sudamericano creado en el marco de la Unasur. Tras repasar sus antecedentes, el artículo sostiene que el organismo ofrece la oportunidad de profundizar el diálogo regional en el área de defensa, consolidar una visión propia más allá de los intereses de Estados Unidos y funcionar como mecanismo de mediación en momentos de conflicto. Argentina podría utilizarlo como una plataforma para proyectarse regionalmente en temas como el control civil democrático de las Fuerzas Armadas.
Texto completo: PDF NUEVA SOCIEDAD 230 Noviembre-Diciembre 2010
jeudi 6 janvier 2011
Evo el neoliberal*
por Simón Boccanegra
Lo que son las cosas. Evo Morales se mandó con una de esas que su colega Chacumbele llamaría neoliberal, y a la semana, cuando sintió la candela quemándole los pies, echó una reculada atómica.
Lo peor de todo es que la medida de subir la gasolina –a lo mejor no en esa proporción brutal– es necesaria, pero a Evo le pasó lo que le ocurre a todos los tipos que se creen predestinados y además, amos y señores de sus pueblos.
Semejante alza de la gasolina, con todas sus consecuencias, exige una amplia y profunda explicación al pueblo, un diálogo sincero, que llame a la razón y bloquee la posibilidad de que se desaten las emociones.
Pero, Evo no cree en eso y se llevó la sorpresa del siglo cuando vio que su propia base le reviró duramente. Ahora, anuncia lo que no hizo previamente. Ahora sí quiere hablar. Pero, además del estilo autoritario, de querer imponer su voluntad, Evo paga las consecuencias de años de demagogia.
Hace tiempo que el fisco boliviano carga con el peso, brutal, para ese pequeño y pobre país, de casi mil millones de dólares entre la gasolina que compra y el subsidio que le pone, para mantenerla artificialmente baja. Si Evo hubiera discutido y convencido a su pueblo desde hace varios años, realizando pequeñas y progresivas alzas, habría logrado su objetivo y se habría ahorrado esta rebelión popular que, sin duda, ha erosionado su agarre popular.
Hay que reconocerle, eso sí, la decisión de echar atrás y de no emperrarse en llevar adelante una medida que, así, sin anestesia, no podía sino provocar la reacción de ese pueblo tan levantisco como el boliviano.
Por cierto, que era de risa oír a Evo explicar, cuando todavía sostenía su medida, cómo es que funciona el mercado y cómo este haría bajar las tarifas del transporte mediante su propia autorregulación, derivada de la competencia entre los choferes. El dicho se aplica aquí al revés: el cuerpo es el castigo de la lengua.
Publicado en TalCualDigital, 05/01I11
* Tendiendo puentes no se responsabililza de las opiniones vertidas en el artículo.
Lo que son las cosas. Evo Morales se mandó con una de esas que su colega Chacumbele llamaría neoliberal, y a la semana, cuando sintió la candela quemándole los pies, echó una reculada atómica.
Lo peor de todo es que la medida de subir la gasolina –a lo mejor no en esa proporción brutal– es necesaria, pero a Evo le pasó lo que le ocurre a todos los tipos que se creen predestinados y además, amos y señores de sus pueblos.
Semejante alza de la gasolina, con todas sus consecuencias, exige una amplia y profunda explicación al pueblo, un diálogo sincero, que llame a la razón y bloquee la posibilidad de que se desaten las emociones.
Pero, Evo no cree en eso y se llevó la sorpresa del siglo cuando vio que su propia base le reviró duramente. Ahora, anuncia lo que no hizo previamente. Ahora sí quiere hablar. Pero, además del estilo autoritario, de querer imponer su voluntad, Evo paga las consecuencias de años de demagogia.
Hace tiempo que el fisco boliviano carga con el peso, brutal, para ese pequeño y pobre país, de casi mil millones de dólares entre la gasolina que compra y el subsidio que le pone, para mantenerla artificialmente baja. Si Evo hubiera discutido y convencido a su pueblo desde hace varios años, realizando pequeñas y progresivas alzas, habría logrado su objetivo y se habría ahorrado esta rebelión popular que, sin duda, ha erosionado su agarre popular.
Hay que reconocerle, eso sí, la decisión de echar atrás y de no emperrarse en llevar adelante una medida que, así, sin anestesia, no podía sino provocar la reacción de ese pueblo tan levantisco como el boliviano.
Por cierto, que era de risa oír a Evo explicar, cuando todavía sostenía su medida, cómo es que funciona el mercado y cómo este haría bajar las tarifas del transporte mediante su propia autorregulación, derivada de la competencia entre los choferes. El dicho se aplica aquí al revés: el cuerpo es el castigo de la lengua.
Publicado en TalCualDigital, 05/01I11
* Tendiendo puentes no se responsabililza de las opiniones vertidas en el artículo.
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