Por Ricardo Kirschbaum - Editor General de Clarín
La idea de la participación brasileña en el monitoreo de las aguas del río Uruguay corre peligro de morir no nata. Había surgido de una conversación entre Cristina y Pepe Mujica, en Colonia, por iniciativa uruguaya y buscaba una fórmula digerible, regional, para una cuestión controvertida: la calidad de las aguas del río.
Pero ni la diplomacia oriental, que lanzó la idea, ni la argentina, que la digirió a medias, le comunicaron de manera oficial al gobierno brasileño esa propuesta. La cuestión no estuvo en la breve conversación y temprana cena de Héctor Timerman con el jefe de Itamaraty, Celso Amorim, y hay dudas que vuelva al tapete en las reuniones argentino-brasileñas que se harán el 20 aquí.
Quizá, si Uruguay vuelve de nuevo a la carga, Cristina pueda conversar el tema con Lula, en una cumbre que tendría lugar en Buenos Aires el 3 de agosto, luego de una reunión de presidentes del Mercosur, a la que asistirá Mujica.
Puede haber reticencia brasileña para participar del monitoreo. Como país ribereño aguas arriba, Brasil solo accedería una vez que se corporice la represa binacional de Guarabí con Argentina, una obra que duerme el sueño de los justos.
Los cambios en Cancillería, luego de la eyección de Taiana, han provocado crujidos y reacomodamientos, a los que se agregan algunos desplazamientos al exterior y retornos al país. Por ejemplo, Vitorio Tacheti, que era segundo de Taiana, finalmente se irá a Berlín en reemplazo de Guillermo Nielsen, radical, ex de Lavagna y Telerman.
Hay expectativa sobre el nuevo embajador argentino en Israel, luego de la jubilación con agitadas secuelas de Atilio Molteni, un diplomático de larga trayectoria. Un profesional, Guillermo González sería el candidato para Tel Aviv.
Publicado en Clarín, 14/07/10
vendredi 16 juillet 2010
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