mardi 18 janvier 2011

El pasado y la indulgencia



por Enrique Ochoa Antich


Con motivo de la publicación del libro La rebelión de los náufragos (que no he leído) y del sensible fallecimiento del ex presidente Carlos Andrés Pérez con cuya familia la mía ha mantenido una relación afectuosa desde hace más de un siglo, se han producido numerosísimas manifestaciones de indulgencia con nuestro pasado reciente como república democrática. En particular respecto de la figura de Pérez y de su segundo gobierno.


Como creo que, según dijo Cabrujas alguna vez respecto del 4F, esto que padecemos hoy "no es un aerolito que nos cayera de Ganímedes" sino que fue parido "desde nuestras propias entrañas" (Pérez dixit), vale tal vez la pena precisar algunas cosas.


Primeramente, no es verdad que entonces éramos felices y no lo sabíamos. Y es que no nos es dado decir que hoy estamos mal y que antes de 1998 estábamos bien. No. Lo que es verdad es que hoy andamos peor y que antes ya andábamos mal, muy mal.


Me niego a ser indulgente con nuestro pasado a cuenta del caos nacional actual: sería la mejor victoria de Chávez sobre mi conciencia... y ése es un triunfo que no voy a concederle al tirano.
Las causas y las culpas de que Chávez haya sido posible son, principalmente, de los cinco gobiernos anteriores a 1998 (con el último de los cuales tuve que ver, para bien y para mal, y valga la autocrítica).


En efecto: la génesis del prolongado fenómeno chavista (mucho más profundo e histórico de lo que a veces nos atrevemos a admitir) se remonta, si somos rigurosos, a 1958 pero hunde sus raíces muy especialmente en las atrofias y desarticulaciones que nuestra democracia comenzó a mostrar a partir de 1974.


Eso es historia comprobada. Alguna vez le escuché reconocer a Moisés Moleiro que sin duda los tres primeros gobiernos de la democracia habían legado un país en progreso y en orden.
Sostengo que todos somos responsables de la tragedia nacional que hoy vivimos, por comisión o por omisión (en este último caso, la incapacidad del MAS y la Causa R para, siendo juntos mayoría entonces, articular de 1992 a 1993 una alternativa de cambio democrático que habría conquistado el poder y hecho imposible a Chávez cinco años después).


Pero, ¿qué duda cabe?, en esa lista el primerísimo lugar lo tiene Pérez desde 1973 en adelante, y el segundo, Caldera. Ser indulgentes con el pasado sólo nos condena a repetir sus errores, los mismos que gestaron el fenómeno chavista. La próxima semana volveremos sobre el tema.

Publicado en TalCual digital, 17/01/2011.

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