mercredi 8 septembre 2010

¿Podrá ganar la oposición?

Venezuela. Análisis

Juan Carlos Zapata

No cantan victoria pero observan con cierto júbilo que los números comienzan a marcar una tendencia. Como un imposible. Como un espejismo. Lo ven y no se lo creen. Y por tal, se guardan el comentario. Se guardan el triunfalismo.
Se trata de veteranos de la política. De la política y los partidos. Que vienen de comerse todas las verdes en todos estos años de chavismo rojo. Tan rojo que se pudrió de maduro, como la comida de PDVAL.


Estos viejos dirigentes, que ya fueron parlamentarios, que ya inclusive fueron gobernadores, poseen herramientas para el análisis desde la posición brindada por la experiencia.
En 1998 la clase media hizo la diferencia entre Chávez y Salas Römer y 12 años después va a marcar la pauta. Una de las conclusiones concretas es que la clase media se les ha volteado completamente a Chávez y al gobierno. La clase media que se le volteó a AD y Copei en los años 90 y que llevó a Chávez al poder en 1998.


La clase media ha medido los riesgos de la propiedad, las limitaciones en el consumo, el acceso al trabajo de calidad, el problema de la inseguridad.

Esa clase media este año de 2010 se ha tomado su tiempo. Ha reflexionado. Y va a votar contra el gobierno. Y no hay tarjeta Buen Vivir que la haga volver. No hay promesa de vivienda que la haga dudar, ni un préstamo en el Banco de Venezuela que la haga votar rojo otra vez.
La última encuesta de Keller revela que el 53% de los encuestados dice que hace falta un cambio de gobierno. Y el 47% se inclina por creer que la oposición es mayoría, frente al 37% que todavía no lo cree. ¿Se pueden creer estos datos?


Pues lo dicen otras encuestadoras. El mismo Seijas ha dicho que el voto nacional es de la oposición. El ex-ministro Jesse Chacón, vocero de la oficialista GIS XXI, acaba de revelar que entre el voto opositor y el voto del PSUV apenas hay una diferencia de entre 4 y 6 puntos, a favor de los rojos, claro, lo cual luce curioso, pues Chacón nunca va a reconocer que van perdiendo.
Y Julio Borges como Teodoro Petkoff han dicho que en efecto, la oposición va a sacar más votos que el gobierno. Que eso se traduzca en parlamentarios es otra cosa.
Pero no sólo es el cambio, sino la naturaleza de ese cambio. Pues en 1998, la clase media se inclinaba por su gobierno fuerte, de corte militar. A Caldera lo instaban a irse por la vía del Fujimorazo. Y en el Chávez golpista, observaron un redentor. En 2010, esa clase media quiere un gobierno civil. Más civil. Y menos centralizado.


Los viejos dirigentes son los primeros convencidos de los datos de las encuestadoras y de las opiniones políticas. Lo técnico lo corroboran con lo empírico. Con lo viajes. Las giras. Los encuentros con la militancia de antes y la militancia de hoy.
Porque el fenómeno parece ser el siguiente: que la clase media está arrastrando al sector popular, al sector más pobre de la población, que es donde hay la mayor cantidad de votantes. La está contagiando del cambio. Y a un mes de las elecciones, estos veteranos aseguran que la tendencia es irreversible.


Y lo que la hace más irreversible es que el mensaje electoral, la propaganda del gobierno, no está llegando, no está impactando. Es pobre en su concepto. Es pobre en lo que quiere transmitir. “El pueblo pa’ la Asamblea”. Entonces, ¿no había llegado al pueblo a la Asamblea?
La burbuja de los afiches del referendo parece que se desinfló. Y Chávez en campaña, repitiendo aquello de “A la victoria, pues”, ya es repetitivo. De modo que los anuncios gubernamentales no van a cambiar la tendencia.
Que eso se nota en la baja de popularidad de Chávez. Que en estas elecciones él concurre con un 40% en las encuestas, cuando en comicios anteriores se mantenía sobre 50%. Son casi 12 años de gobierno.
En los primeros 6 años gobernó sin oposición. Y en los últimos 2, luego de las elecciones de gobernadores y alcaldes, en que la oposición salió fortalecida, otro cuadro político se ha conformado.


Además, como ha dicho Teodoro Petkoff, las grandes crisis nacionales y simultáneas deterioran el voto rojo, mostrando a un gobierno ineficaz. La economía (inflación, desempleo, caída del PIB), la crisis eléctrica y la inseguridad, y Pudreval, tienen al gobierno sin respuestas.
Por el contrario, la oposición se ha fortalecido. Y se fortalece porque el pueblo, señalan los expertos, ya se le volteó al gobierno. Se siente en los barrios. Se siente en las ciudades del interior. Se siente en Caracas.


Esto no se palpaba antes. No hay región del país en la que la oposición no esté alcanzando un alto nivel de votos. Hasta hace poco se hablaba de 41 diputados duros para la oposición. Hoy se habla de 50 y hasta 60.
Lo peor es que Chávez ha salido a confrontar. Aristóbulo Istúriz ha señalado que la elección tiene rango de presidencia. Y todo el PSUV dice que lo que está en juego es la revolución. Este mensaje lo compran los rojos-rojitos. Pero más allá, se pierde en el éter. Eso afirman los veteranos.