mardi 16 février 2010

Opinión

La crisis de Chávez

por Luis Aznar*

"El único partido que no aceptó reunirse con la misión especial [de la Internacional Socialista] fue el Partido Socialista Unido de Venezuela"

Un repaso de la historia política de Venezuela, de la ineficacia decisoria al populismo de confrontación

Casi dos décadas atrás, el régimen político venezolano sufrió un sismo sociopolítico. Se detuvo el funcionamiento pendular casi perfecto del modelo bipartidista que permitía que Acción Democrática y COPEI (versiones creoles de la Socialdemocracia y de la Democracia Cristiana) bajo la mirada algo crítica pero abiertamente entrista del Movimiento al Socialismo (ex comunistas en una versión gramsciana caribeña) alternaran en el control del Estado en cada elección.

Es así que los dos partidos tradicionales fundadores de la lógica democrática moderna en Venezuela y, sobre todo, las burocracias tecnocráticas como las de PDVSA -un Estado dentro del Estado- se aseguraban el control de las decisiones sobre la asignación y redistribución de los enormes excedentes generados por la exportación de petróleo, fundamentalmente hacia Estados Unidos.

Esto no era óbice para que los dos partidos trataran por todos los medios de hacerse mutuamente la vida imposible, en términos políticos.

Para la dirigencia de Copei, en parte con razón, el accionar de Acción Democrática sólo mostraba altísimos índices de corrupción. Por supuesto “olvidando” que el spoil system funcionaba también durante las administraciones "copeyanas" [el entrecomillado es nuestro].

Acción Democrática no entraba en esa discusión. A esa altura de los acontecimientos, ya bien entrado el siglo XX, y más pragmático que su adversario utilizaba su control político sobre los sindicatos más importantes y arremetía abiertamente contra las administraciones socialcristianas generando huelga tras huelga, debilitando así su capacidad de implementar políticas públicas medianamente eficaces.

Para dar una idea de la estrecha relación entre Acción Democrática y la Confederación de Trabajadores de Venezuela sólo hay que recordar que durante un largo período la misma persona fue al mismo tiempo el secretario general de ese partido y el presidente de la CTV.

Las estadísticas independientes muestran que, en esos años, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1978) la conflictividad laboral se expresó mediante siete huelgas legales y 741 ilegales, involucrando a 169.774 trabajadores con 3.999.315 horas de trabajo perdidas. Durante la siguiente administración de Luis Herrera Campins (Copei, 1979-1983) se produjeron 11 huelgas legales y 759 ilegales, participando 187.013 trabajadores y perdiéndose 10.595.268 horas de trabajo, lo que demuestra que las huelgas durante la administración de Acción Democrática no sólo fueron menos sino también de menor duración.

Consecuentemente, la comparación entre lo hecho en términos de expansión de oportunidades vitales (aun admitiendo abiertamente las mejoras producidas entre 1958 y 1978 por ejemplo en educación, salud y sostenimiento del orden político democrático) y lo que podría haberse hecho con los montos extraordinarios de los excedentes petroleros disponibles sólo puede ser explicado por una ineficacia decisoria rayana en la inmoralidad.

El gran viraje, durante la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, hacia una economía de libre mercado mediante el intento de aplicar sin control los axiomas de la teoría económica neoclásica promovió, por un lado, una situación de desigualdad social sistemáticamente consolidada que fue generando una población marginal excedente y disfuncional, ante la mirada -con algunas pocas excepciones- casi ciega de las dirigencias políticas, sociales y económicas. Y parió, por otro lado, el denominado Caracazo, la primera reacción -inorgánica pero eficiente- de sectores medios y populares en América Latina contra la aplicación de un plan de ajuste inconsulto.

Coalición estratégica

Analizando la situación que se estructuró hacia fines del siglo XX resalta el progreso de lo que el italiano Leonardo Morlino define como “una crisis en” la democracia, indicada por el mal funcionamiento de los poderes del Estado y por la ruptura de la relación de representación política entre sectores específicos de la población y sus partidos tradicionales.

Luego de fracasar sin atenuantes (1992) en términos tanto militares como políticos en su intento de golpista “progre” (lo que dice mucho acerca de la cultura política democrática del pueblo venezolano) Hugo Chávez Frías, devenido en dirigente político de un movimiento policlasista sui generis, obtuvo en 1998 y mayoritariamente, su primer triunfo político democrático. Comenzó así a construir lo que Juan Gabriel Tokatlian ha denominado una coalición estratégica, aquella que intenta no sólo alcanzar el poder sino transformar las lógicas vigentes en el accionar político.

Lo que siguió es tema de coyuntura, de historia cuasi cotidiana, rica y tensionada:

a) el intento de constitución y desarrollo en Venezuela de una nueva hegemonía, de una nueva capacidad de dirección sin ruptura, al menos hasta ahora, del régimen político democrático. Del surgimiento de “un accionar político complejo y contradictorio que nosotros denominamos populismo de confrontación”, mediante el cual Chávez ha incorporado (y de ahí en parte su carácter populista) a millones de personas de las clases subalternas a la ciudadanía activa, al demos, mediante el sencillo mecanismo de la cedulación masiva.

b) también las respuestas por un lado de los sectores de centroderecha y por otro de algunos de centroizquierda (ahora desilusionados por las políticas públicas diseñadas y aplicadas por las administraciones de Hugo Chávez).

El intento de golpe de abril de 2002, acompañado por algunos sectores democráticos de la oposición que rápidamente se despegaron del mismo al darse cuenta de sus componentes fascistas y el “paro general” cuyo verdadero centro y motivo fue el control de Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA) desataron una contraofensiva activa y confrontacionista por parte del gobierno de Hugo Chávez. Ésta incluyó el referéndum presidencial (2004), mediante el cual Chávez continuó en el poder; las elecciones legislativas que consolidaron su control sobre la Asamblea Nacional (única cámara de accountability horizontal sobre el Ejecutivo, luego de la Reforma de la Constitución de 1961) y las últimas elecciones presidenciales de 2006, ganadas nuevamente en condiciones competitivas por Hugo Chávez.

Tensión actual

Las últimas semanas han sido en Venezuela particularmente activas en los planos socio-político y económico. El golpe en Honduras, aceptado rápidamente por la administración Obama y el triunfo electoral en comicios competitivos del candidato liberal de derecha Sebastián Piñera en Chile son, entre otros, hechos que han contribuido a un contexto tensionante.

Es así que el nombramiento de un nuevo vicepresidente por parte de Chávez no es un dato menor, como tampoco lo son las características del elegido. Es que Elías Jaua, quien seguirá también a cargo como hasta ahora del Ministerio de Agricultura y Tierras, no sólo forma parte de los sectores más jóvenes de la administración de Hugo Chávez, sino que es parte importante de uno de los principales proyectos de nuevas políticas públicas: la de producción alimentaria que permitirá a Venezuela llegar, éste es el objetivo primero, al autoabastecimiento de alimentos básicos. En ese nivel ya ha habido fuertes enfrentamientos con los propietarios de tierras y con los que venían ocupando desde hace años -ante la inacción de los gobiernos anteriores- enormes extensiones de tierras fiscales convirtiéndolas de hecho en “privadas”.

Por otro lado, es innegable que el gobierno de Hugo Chávez está inmerso en problemas internos y externos de aislamiento dinámico y complicado. La interacción con Estados Unidos es un ejemplo claro de esto: ambos polos de la conflictiva relación saben que es poco probable una ruptura definitiva y sin embargo están embarcados en sostener activa una polémica casi cotidiana y sobre cualquier motivo.

Por otra parte, como lo ha mencionado en un reporte inicial como miembro de una misión especial de la Internacional Socialista a Venezuela, Jesús Rodríguez, secretario general de la Unión Cívica Radical, el único partido que no aceptó reunirse con la misión especial fue el Partido Socialista Unido de Venezuela, perdiendo de esta manera, desde nuestra perspectiva, la posibilidad de entrar en contacto con enviados de partidos que tienen una perspectiva más bien crítica sobre la situación venezolana actual.

La combinación del populismo de confrontación interno e internacional y el aislamiento relativo no es la más productiva para generar condiciones para una mínima estabilidad, que permita producir cambios estructurales y sostener una capacidad de dirección que no se esterilice rápidamente.

*Profesor-Investigador de las Universides de Buenos Aires y San Andrés
Publicado el 12/02/2010 en Escenarios Alternativos : http://http://www.escenariosalternativos.org/default.asp?seccion=escenarios2&subseccion=escenarios2&nota=3767