lundi 27 juin 2011

Opinión

El engaño se asfixia

por Carlos Fernández Cuesta

El "Estado" chavista pasa ahora mismo por una crisis de proporciones importantes. A las huelgas, protestas y marchas de obreros, gremios, damnificados y profesionales, cuadro que ya hace rato se ha convertido en una estampa cotidiana y endémica en todo el país, se suma el retorno de la crisis eléctrica de enorme impacto en lo económico pero tanto mas en lo social, en lo político y electoral.



El asunto eléctrico que jamás habían resuelto los rojos, pero que declararon superado confiando en que su aparato de propaganda musculoso en escupir mentiras a diario junto a la magia menguada del discurso de Chávez minimizaría los efectos perversos en la opinión de los ciudadanos.

Ahora, por supuesto, se sienten mucho más irritados que antes, ya no solamente por haberles mentido de que aquello ya estaba arreglado, sino por el tupé y la sevicia de estarnos culpando de ser los responsables de un pretendido mal uso de la energía y de su consumo excesivo y suntuario; una acusación que evidencia la naturaleza sicótica de este gobierno y quienes lo componen, desesperados como en todas sus actividades, no por buscar soluciones a los problemas, sino conseguir culpables que los libren de su estructural incompetencia para producir respuesta provechosa y a la vez satisfacer sus silabarios ideológicos aprendidos jalonados por el culto a la personalidad y las ideas chatarra de Chávez y Castro.

La nueva crisis no hace más que reafirmar la cualidad más notable de la burocracia roja que tiene al país al borde de la ruina, y son sus destrezas para obtener todos los Oscar ganadores en incompetencia, piratería e improvisación.

Al fin y al cabo lo único que le interesa a la nomenklatura de Chávez y a él mismo es que no se les escape su chance de perpetuarse y conservar y retener el poder.

Por otra parte, la indefinida ausencia de Chávez ya sea por enfermedad o por jugada histriónica que de ser cierta tendría un fin electoral, muestra en general un país mas aliviado y descansado ante la siempre conflictiva e invasiva figura del comandante, pero paralelamente su gobierno y los hombres que le hacen el parche lucen desconcertados, sin libreto ni radares paralizados por su adicción a recibir órdenes, temerosos de que su caudillo les cobre caro lo que juzgue como errores y pifias.

Una demostración contundente de lo inapropiado de los liderazgos hegemónicos, unipersonales y monolíticos que saca a la luz el enanismo e insignificancia de los que lo rodean, pues no hay duda tampoco de que la nación aunque se refresca y toma una bocanada de aire húmedo y agradable con su ausencia autoritaria, también se siente flotar una impresión de que el gobierno y el país no tienen dirección y carecen de gobierno y autoridades legítimas.

La vergonzosa manera en que los subalternos de Chávez han manejado lo ocurrido en la cárcel de El Rodeo que ha derivado en una masacre criminal meramente represiva, muestra que sin Chávez no saben qué hacer ni qué decir.

Jaua ha puesto a los generales que idearon la matanza a dar la cara con el objetivo seguramente de que terminen ellos solos pagando los platos rotos de las responsabilidades compartidas con los funcionarios civiles del chavismo que en 13 años han sido incapaces de implementar una política penitenciaria seria y bien planificada, coherente con los derechos humanos para los casi 50.000 reclusos hacinados en lo que más que cárceles son "depósitos para animales". Este engaño se está asfixiando por sí solo, pero si la oposición no actúa con eficiencia no será suficiente para vencerle.

Publicado en TalCualDigital, 23/06/2011