lundi 8 mars 2010

Obama y América Latina: La maldición de lo 'local'

por Juan Gabriel Tokatlian


La política de los Estados Unidos hacia América Latina está sesgada por la política doméstica de esa nación. El resultado de esto es el fracaso, el descrédito y su pérdida influencia. Los ejemplos.
El ex Presidente de la Cámara de Representantes en Washington, “Tip” O’Neill, capturó la realidad de la vida política diaria de los Estados Unidos – y de todas partes- en una frase que se hizo célebre: “Toda política es local”. Cuando se la aplica a un contexto más amplio –tal vez según el principio de que “toda política exterior es política doméstica”, se transforma en una guía peligrosa. El abordaje de Washington hacia América Latina, tanto bajo Barack Obama como de su predecesor George W Bush, es un caso a tener en cuenta.
Resulta evidente que tanto la política interna como la exterior están imbricadas de modo que en la actualidad la mayoría de los asuntos son “intermésticos”; esto es, internacionales y domésticos de manera que ligan una multitud de actores gubernamentales y no gubernamentales con diferentes atributos de poder e intereses de poder. Aún así, la “sobre-primacía” de la política doméstica es un grave error que afecta metas globales esenciales, compromisos y responsabilidades. El primer año de gestión del presidente Obama ha sido, en términos de las relaciones de los Estados Unidos con América Latina, un vívido ejemplo de ese énfasis excesivo.
Ninguna de las políticas clave de Obama hacia la región ha sido capaz de contrarrestar la abrumadora influencia de la política doméstica. La creciente (y razonable) preocupación por la estabilidad de México a la luz del avance del crimen organizado relacionado con el narcotráfico, fue abordado con la fórmula tradicional: el coercitivo Plan Mérida que sólo satisface a los “halcones” de adentro y de afuera del Ejecutivo y del Legislativo. La quinta Cumbre de la Américas llevada a cabo en abril del 2009 en Trinidad & Tobago fue un fiasco, en gran parte porque Washington estaba poco interesado en una actualización del diálogo sobre comercio: los proteccionistas del Congreso y entre los sectores empresarios tornaron imposible cualquier renovación seria del debate económico acerca de la economía en el hemisferio occidental.
El acuerdo militar de agosto de 2009 entre los Estados Unidos y Colombia por el cual las tropas norteamericanas pueden utilizar siete bases colombianas fue abiertamente cuestionado por la mayoría de los países de Sudamérica (en particular por Brasil). En cualquier caso es esencialmente inútil desde el punto de vista de mejorar la lucha contra las drogas: toda la evidencia empírica disponible muestra que la guerra contra las drogas en los Andes ha empeorado las cosas, y que la presencia militar directa de los Estados Unidos en las bases colombianas no hará la diferencia. De todos modos, el creciente peso de la voz militar en la política exterior –especialmente del Comando Sur de los Estados Unidos vis-à-vis América Latina - ha suprimido cualquier otra consideración u objetivo regional.
Le carencia de una normalización efectiva de la relación entre los Estados Unidos y Cuba tiene aún más que ver con la política del primero que con la de La Habana. Los cubanos-americanos y los anticastristas son menos significantes que las concepciones ideológicas de la Guerra Fría sostenidas por legisladores importantes y por policy-makers que dominan y bloquean cualquier forma innovadora de abordar toda posible agenda extensa y positiva entre Washington y La Habana.
La ambigüedad –por ser benévolos- de la posición de los Estados Unidos hacia el golpe militar en Honduras en junio de 2009 no puede ser explicada en términos de promoción de los valores de la democracia, o de la contención de un inexistente avance de la amenaza comunista en la región. Su razón principal fue doméstica: para facilitar la confirmación en su cargo del Subsecretario de Estado, Arturo Valenzuela, cuya nominación había sido boqueada por el senador Republicano, Jim DeMint. El hecho de que Washington fue, por default, instrumental en el primer golpe de Estado militar exitoso del siglo XXI en América será largamente recordado por mucho tiempo en la región.
En la misma sintonía, la decisión en enero de 2010 de cesar, en forma temporal, con el traslado aéreo de víctimas haitianas del terremoto debido a las disputas alegadas entre los estados – provincias- sobre dónde deberían ser llevados los heridos, es otro ejemplo del peso desproporcionado de la política doméstica, tanto en el nivel nacional como el estatal. Los resultados de esta sobre-primacía errónea de la política interna sobre la externa, es que los Estados Unidos – no sólo la Administración Obama- están perdiendo apalancamiento, confiabilidad y credibilidad a lo largo de América Latina. El peor escenario posible es que el sistema interamericano, como un todo, desgaste su legitimidad básica. La elección en marzo de 2010 del próximo Secretario General de la OEA será una puesta a prueba de esa legitimidad.

Publicado en: http://www.escenariosalternativos.org/default.asp?seccion=escenarios2&subseccion=escenarios2&nota=3783