jeudi 16 juin 2011

Opinión

Cuba, las cosas han cambiado

por Henry Raymont

En el lenguaje popular, paracaidista, aparte de su conotacion militar, evoca la imagen de alguien que llega sin aviso previo. Así me presente un día reciente en La Habana después de una ausencia de casi siete años. En vez de un visado en mi pasaporte, llevaba conmigo un emotivo testimonio de puño y letra de Fidel Castro, así como fotografías tomadas con el jefe de Gobierno durante la visita del papa Juan Pablo II hace casi una década.

Me pareció suficiente "documentación" para entrar nuevamente en contacto con el "Comandante" medio siglo tras nuestro primer encuentro. Eso ocurrió en Washington a los pocos días de la apoteósica entrada en La Habana de Castro a la cabeza del Ejército Rebelde.

Por cierto, en la oficina para la Prensa Extranjera se extrañaron de que no me hubiese presentado en la "sección de intereses" que la Embajada suiza maneja en Washington en representación del Gobierno cubano para obtener la documentación requerida para periodistas y/o turistas. "Dígame", preguntó la secretaria de Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional, "¿cómo cree que reaccionarían en Washington si yo me presentara en la Casa Blanca y solicitara una entrevista con Barak Obama sin algún aviso previo?".

Mi hijo Daniel, actor de 39 años que insistió que yo no viajara solo, se hizo eco de la advertencia. "Usted tiene toda la razón", dijo a la funcionaria. En tanto, ella nos informó sobre el programa de Alarcón, comenzando con una reunión esa misma mañana con un pintoresco grupo de visitantes estadounidenses en la Plaza John Lennon, conocido parque céntrico. El grupo estaba compuesto por antiguos miembros del gremio de los trabajadores del tejido la International Ladies" Garment Workers" Union (ILGW), unos de los gremios más poderosos de los EEUU, dirigida por el legendario David Dubinsky, que durante las décadas entre 1935 y 1955 llego a representar a medio millón de trabajadores.

La comitiva era de unas tres decenas de antiguos afiliados, cuya edad oscilaba entre los 75 y los 95. Ocho de ellos, en sillas de ruedas. "Fue un sentido viaje al pasado", susurró uno de los espectadores. La mayoría de ellos no tenía la menor idea de qué se trataba.

A un costado de Alarcón, se hallaba el ministro de Cultura, Danilo Pose, un connotado novelista con quien pude entablar una discreta conversación, lo suficiente para enterarme de que este vería con buenos ojos una gira a Cuba de la National Symphony Orchestra de Washington.

Yo había hablado anteriormente con el director de la orquesta, Christian Eschenbach. Yo ya vislumbraba el encabezado de mi nota: "Cuba ve con buenos ojos visita de la National Symphony". Al día siguiente, cuando preparaba la primera nota sobre el viaje a Cuba, entré en Internet para leer, con asombro, una nota fechada en La Habana: "Comité Central del Partido Comunista de Cuba sanciona a Pose" por sus ideas reformistas. Pose fue destituido de todos sus cargos, del Gabinete, del Comité Central y de la Asamblea . "Fue demasiado lejos con sus reformas", me confió un representante del Gobierno. Lo interesante es que, junto con la orden de destitución, Raúl Castro le envió una amable nota recomendándole que "volviera a sus libros" en vez de una orden de detención en los calabozos de La Habana. Las cosas han cambiado.

Quizá no mucho... pero bastante.

Publicado en Hoy.com, 15/06/2011

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