Brasil ve la crisis por el retrovisor*
En los meses previos a la caída de Lehman Brothers y la profunda crisis posterior, los analistas intentábamos ver un potencial decoupling entre las economías emergentes y los países desarrollados. Sin embargo, el cierre de los mercados financieros y el fly-to-quality de los inversores en el otoño de 2008 junto a la contracción de la demanda y del comercio mundial en la primera mitad de 2009 acabaron por propagar la actual crisis más allá de su epicentro.
En los meses previos a la caída de Lehman Brothers y la profunda crisis posterior, los analistas intentábamos ver un potencial decoupling entre las economías emergentes y los países desarrollados. Sin embargo, el cierre de los mercados financieros y el fly-to-quality de los inversores en el otoño de 2008 junto a la contracción de la demanda y del comercio mundial en la primera mitad de 2009 acabaron por propagar la actual crisis más allá de su epicentro.
Sin embargo, lejos de la mítica sentencia "cuando EE.UU. tose, América Latina estornuda", la región no se ha comportado como una caja de resonancia. Bien al contrario, al menos, Sudamérica ha sufrido más suavemente los efectos de esta Gran Recesión. Y de entre las economías de la región, destaca muy positivamente el comportamiento de Brasil, cuyo crecimiento en el tercer trimestre se sitúa en el 1,3 por ciento trimestral desestacionalizado. De este modo, Brasil deja atrás la crisis económica y se adentra en un año clave para su futuro.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística publicaba ayer jueves el dato de crecimiento del tercer trimestre y revisaba las tasas previas. La imagen de la economía brasileña queda perfilada por un intenso crecimiento de la inversión, 6,5 por ciento trimestral, y un mejora del consumo (2,0 por ciento trimestral consumo privado, 0,4 por ciento trimestral consumo público). Mientras, las exportaciones se incrementaron en una tasa más suave, 0,5 por ciento, después del fuerte repunte del trimestre previo, y las importaciones aumentaron un 1,8 por ciento acompañando la mejora de la demanda. Así pues, Brasil suma ya dos trimestres consecutivos con crecimientos trimestrales a los que habrá que añadir la expansión de último cuarto.
Los indicadores de actividad señalan en esa dirección. La producción industrial ha acelerado su crecimiento en octubre hasta el 2,2 por ciento mensual, la construcción civil presentó incrementos mensuales positivos en octubre y noviembre del 0,3 por ciento mensual en ambos periodos y la tasa de paro se ha reducido hasta el 7,5 por ciento en octubre. Además, la confianza de los consumidores continuó mejorando en noviembre (19,2 por ciento interanual) al igual que la del sector industrial (35,1 por ciento interanual). Así pues, todo apunta a que la economía brasileña podría cerrar 2009 con una tasa de crecimiento positiva, aún a pesar del profundo ajuste del primer trimestre.
Con este escenario de fondo y las elecciones presidenciales en el horizonte de 2010 deberíamos preguntarnos qué podría hacer el gobierno hasta el final de su legislatura. En mi opinión, sería recomendable la reversión de las políticas fiscales discrecionales tomadas en los últimos meses, que amenazan con prolongarse durante el próximo ejercicio, tras la recuperación de la actividad económica y el esperado repunte de los precios. El daño sobre las cuentas fiscales de la crisis no está siendo reducido y, aunque razonable hasta ahora, no debería mantenerse en 2010.
Así, la deuda pública ha experimentado un incremento de seis puntos en los diez primeros meses del año (hasta el 44,8 por ciento del PIB) y el superávit primario ha caído 2,8 puntos en el mismo periodo, tal que el déficit fiscal a cierre de octubre se situaba en el 4,6% del PIB, muy por encima de las tasas previas. Con la recuperación económica en marcha no encuentro motivos adicionales para justificar las prórrogas a esta expansiva política fiscal que debería focalizarse nuevamente en las medidas de política social. En caso contrario, observaremos una política monetaria más restrictiva de lo deseado por parte del Banco Central con efectos negativos sobre el potencial de crecimiento a medio plazo.
Por todo ello, Lula da Silva afronta su último año de mandato entre el apoyo a su candidata a las presidenciales, Dilma Rousseff, que le presionará para mantener la política fiscal, y el sentido de Estado, que le recomendará suavizar las deducciones fiscales. En todo caso, Brasil ya ve la crisis por el retrovisor.
*Publicado en: http://www.infolatam.com/entrada/brasil_ve_la_crisis_por_el_retrovisor-17802.html
Autores: Sochaga Recio y Asociados
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire