por Vladimiro Übergetroffen
Las elecciones democráticas son procesos mediante los que periódicamente los ciudadanos hacen valer la soberanía popular. Con su voluntad electoral sancionan políticas en virtud de sus resultados o de las expectativas que pudieran ofrecer frente al futuro, pero también son mecanismos para elegir entre candidatos que compiten por puestos de responsabilidad. Cuando las elecciones son un proceso rutinario en el que pautadamente se suceden con pocas anomalías, y este es ya el caso de la práctica totalidad de los países de América Latina que se aproxima a las ciento cincuenta elecciones nacionales en los últimos treinta años, podemos de la existencia de ciclos electorales. Siempre que el sistema político articule una correcta demanda de las preferencias de toda sociedad compleja, el duelo político gobierno-oposición tendrá su papel y ello supondrá el ejercicio de la alternancia. No existen reglas que fijen la duración del ciclo electoral, el mismo no tiene porqué circunscribirse al periodo electoral, ni siquiera de la existencia de la cláusula de la no reelección puesto que la continuidad se ejerce a través del partido, dependerá de los aspectos arriba enunciados. La coincidencia en el calendario en América Latina durante 2009 de diez citas electorales (siete generales -presidenciales y legislativas- y tres legislativas) dibuja un escenario en el que el ciclo no va a ser un período dibujado por el giro ideológico, como se caracterizó al anterior. Más bien va a estar definido por escenarios donde sería posible la alternancia frente a aquellos otros donde el ciclo está lejos de haberse culminado.
En el transcurso de 2009, la alternancia se ha dado en dos elecciones frente a una continuidad. El ciclo electoral se cumplió El Salvador, donde se vivió el fin de veinte años en el poder de ARENA, y en Panamá, al haber vuelto el PRD a la oposición tras cinco años en el gobierno. El primero es un ejemplo de ciclo largo frente al segundo, interrumpido pese a los excelentes resultados de la economía panameña en los últimos tiempos y al hecho de que el presidente saliente, Martín Torrijos, deja el poder con altas cotas de valoración popular.
En lo que queda del año se registrarán elecciones presidenciales en Honduras, Uruguay, Bolivia y Chile y legislativas en Argentina, México y Venezuela. A pesar de la lejanía en el tiempo, sobretodo de las primeras, los sondeos de opinión indican escenarios muy disputados. Parece probable el triunfo de la oposición en Honduras y México y menos probable en Chile y Uruguay. En Argentina, y más todavía, en Bolivia y Venezuela el ciclo electoral está lejos de haberse agotado. Al igual que hace escasas jornadas en Ecuador, el modelo en torno a liderazgos fuertes apoyados sobre fuerzas políticas poco institucionalizadas, robustas políticas sociales, nacionalismo económico y débiles oposiciones enormemente fragmentadas, que además todavía recuerdan un pasado de desigualdad y autoritarismo, parece encontrarse en un ciclo electoral lejos de estar agotado.
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